29 de agosto de 2013

Contra la guerra

LOS CRISTIANOS DE MEDIO ORIENTE CONTRA LA INTERVENCIÓN

 
Es unánime la postura de las comunidades cristianas en el Medio Oriente. Un no rotundo a la incursión militar que los Estados Unidos, Gran Bretaña y Francia, con el apoyo de Turquía y la Liga Árabe, estarían preparando como respuesta al uso de armas químicas por parte del presidente sirio Assad. En las Iglesias la consideran una decisión que acarreará solamente mayores problemas y no la añorada solución a la guerra que desde hace dos años azota Siria.Particularmente se escucha con fuerza el no que llega desde Deir Mar Musa, el monasterio que fue fundado en Siria por el padre Paolo Dall''Oglio, el jesuita secuestrado hace casi un mes en Raqqa y de quien no se tienen noticias. Un lugar que no puede ser acusado de apoyar el régimen de Assad. «Nos encontramos en una fase de extremo sufrimiento –declaró hoy a la agencia Fides el padre Jacques Mourad, que se ocupa de la dirección del monasterio desde que Dall''Oglio fue expulsado el año pasado del país. Esperamos que los países occidentales asuman una posición justa ante esta tremenda crisis siria. La postura correcta es rechazar cualquier tipo de violencia, detener las armas, no poner los unos contra los otros, defender y proteger los derechos humanos». Mucho más claramente, por si había dudas, se expresó sor Houda Fadoul, que junto al jesuita romano fundó la comunidad femenina: «No podemos aceptar o apreciar una intervención armada de las potencias extranjeras. Continuamos con nuestra misión, que es la de elevar a Dios un culto espiritual, sobre todo para educar a los jóvenes al diálogo y la paz».

El patrairca siro-católico Youssef III Younan también condenó con palabras muy duras la eventual intervención, en una entrevista con el sitio terrasanta.net: «En lugar de ayudar a las diferentes partes en conflicto a que encuentren vías para la reconciliación, poner en marcha el diálogo para las reformas basadas en un sistema pluralista de gobierno, hasta ahora estas potencias solamente han armado a los rebeldes, incitando a la violencia y envenenando todavía más las relaciones entre sunitas y chiítas. El occidente cree que si los sunitas llegan al gobierno la democracia sustituirá a la dictadura, pero esta es una enorme ilusión: cambiar el régimen con la fuerza, sin dar garantías a los partidos de inspiración laica, desencadenará un conflicto más dramático que el de Irak».

Justamente desde Baghdad, el patriarca caldeo Louis Raphael Sako habló de una «catástrofe». La intervención militar estadounidense, declaró a la agencia Fides, «sería como provocar la erupción de un volcán con una explosión para arrasar Irak, el Líbano, Palestina. Y tal vez hay alguien que quiera justamente esto». El patriarca de los caldeos citó el antecedente de su país: «Después de diez años de la intervención de la llamada "coalición de voluntarios" que derrocó a Saddam, nuestro país sigue siendo golpeado por las bombas, los problemas de seguridad, la inestabilidad de la crisis económica».

Desde el Líbano, el patriarca maronita Béchara Rai expresó claramente su pensamiento hace algunos días en una entrevista con la Radio Vaticana: «Todo lo que está sucediendo en Medio Oriente (tanto en Egipto como en Siria o en Irak) es una guerra que tiene dos dimensiones. En Irak y en Siria, la guerra es entre sunitas y chiítas; en Egipto la guerra es entre fundamentalistas, entre los que están la Hermandad Musulmana y los moderados. Son guerras sin fin, pero, y siento deber decirlo, hay países, sobre todo occidentales (pero también del Oriente), que están fomentando todos estos conflictos. Hay que encontrar una solución a todos estos problemas».

Gran preocupación también surge en Jerusalén, en donde el Custodio de Tierra Santa, el padre Pierbattista Pizzaballa, indicó: «Las imágenes que tenemos de Siria son atroces, hablan por sí mismas –comentó en una entrevista con el Franciscan Media Center. Pero, conociendo el Medio Oriente, es muy difícil saber quién hace qué cosa. La comunidad política internacional debe encontrar soluciones inmediatas, a través de presiones, para que todo esto se acabe de una vez. No creo que hoy en Siria haya gente que tenga razón y gente que no tenga razón. Cuando se usa la violencia todos se equivocan».

Mientras tanto, el prefecto de la Congregación para las Iglesias Orientales, el cardenal Leonardo Sandri, lanzó también un enérgico llamado a retomar, «en estas oras de trepidación» en las que se «intensifica la oración por la situación en Siria»: «el ardiente llamado de Papa Francisco del Ángelus del domingo pasado» que «llevó consuelo a toda la población siria, como aseguraron a la Congregación para las Iglesias Orientales los pastores y fieles que siguen invocando el don de la paz. A las comunidades de la madre patria se unen muchos orientales esparcidos por el mundo en el mismo llamado para que la reconciliación sea más fuerte que el clamor de las armas».

«La superior instancia de paz y de vida –concluyó– debe prevalecer sobre cualquier otro interés o resentimiento de parte. Sobre cualquier otra razón, para la comunidad internacional deben ser prioritarios la reconciliación, la justicia y el respeto solidario de los derechos personales y sociales, incluso religiosos, de todos e indistintamente los elementos de la población del Medio Oriente». 

 
(de la revista “VALORES RELIGIOSOS” - 29 de agosto de 2013)

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