MOCEOP, julio 2012
Semana
tras semana el gobierno de la nación nos castiga con nuevos recortes
sociales y subidas de impuestos, que afectan especialmente a las
clases sociales más desfavorecidas: personas en paro, jóvenes sin
empleo, pensionistas, funcionarios, personas discapacitadas, etc.
Contrastan
esos recortes con la falta de persecución del fraude fiscal
(estimado en 70.000 millones), incluso amnistía fiscal a
defraudadores, beneficios fiscales a grandes fortunas, banqueros,
empresarios y especuladores.
Las
entidades financieras mundiales (BCE, FMI, BM, etc.) se han
convertido en gobernantes del mundo y se ha instaurado la dictadura
de los mercados, sometiendo al poder político, con la consiguiente
pérdida de soberanía estatal y un gran déficit democrático. El
gobierno de la nación no parece estar ya al servicio del bien común
de su pueblo, sino sometido a los intereses de quienes les mandan
(por mucho que el presidente trate de excusarse diciendo que no tiene
libertad para elegir o que tiene que elegir entre lo malo que no le
gusta y lo peor).
Ante este
panorama, la jerarquía católica española muestra un silencio
cómplice ante el sufrimiento de las víctimas de esta crisis y una
pasividad en iniciativas o gestos que mostraran sensibilidad y
solidaridad con el sufrimiento de tanta gente. Con su silencio,
parece tomar partido, arrimarse al poder y aferrase a sus privilegios
(aportaciones estatales a sus presupuestos, exención del IVA y otros
impuestos.
Afortunadamente
no toda la Iglesia católica tiene esa actitud. Hay numerosos
cristianos y cristianas que comparten recortes e indignación con la
población que sufre la injusticia de unas reformas antisociales, y
apoyan las movilizaciones populares de protesta y reivindicación de
otras políticas con mayor respeto por las personas. Movimientos de
Acción Católica, Cáritas, Redes Cristianas y otros grupos
cristianos de base alzan su voz de denuncia contra estas injusticias,
se comprometen en movilizaciones populares y atienden en la medida de
sus posibilidades a las víctimas. su vivencia y aportación no es
sólo de denuncia, sino también de esperanza y solidaridad,
apostando por alternativas que hagan posible otra sociedad, otra
política, otra economía.
Creemos
que el criterio evangélico de No se puede servir a Dios y al dinero
ha de servir para distinguir las opciones y compromisos de quienes
nos decimos seguidores de Jesús de Nazaret. Si el actual sistema
neoliberal absolutiza al dinero por encima de las personas y el
gobierno sigue esas mismas directrices, el Evangelio nos orienta a
ser antisistema capitalista y apostar por la humanización de la
economía, poniendo a los últimos de este mundo (las víctimas),
como los primeros en nuestras preferencias, convencidos de que ésas
son las prioridades del proyecto de Dios.
MOCEOP,
como movimiento eclesial, denuncia la actitud de la jerarquía
eclesiástica y la invita a revisar su posicionamiento, mostrando con
gestos concretos su caridad cristiana con las víctimas de esta
crisis. Y anima a los cristianos y cristianas de base a que se unan a
las movilizaciones sociales en protesta por los recortes sociales que
afectan a los colectivos más vulnerables, y apuesten decididamente
por la utopía evangélica de una sociedad en la que los últimos
serán los primeros.
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